Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado;
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con la que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual á lo espiritual. (1 Co. 2: 11-13)
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